Capítulo cuarenta 40

Mientras Agamenón avanzaba hacia su hermano con una mirada carente de expresión, como si careciera de alma, sus palabras fluían con resentimiento acumulado a lo largo de los años.

—Ahora no eres más que una piltrafa sin poder, Pirro. A partir de este momento, pondré fin a la maldición que ha asolad...

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