Capítulo 37: ¡Qué diablos!

Cuando el coche se detuvo, el suave sonido de la puerta al abrirse llegó a mis oídos, señalando nuestra llegada. Sin abrir los ojos, sentí la reconfortante sensación de unos brazos fuertes y cálidos levantándome del coche, acunándome con una ternura que me envolvía en una sensación de seguridad.

Ac...

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