Capítulo treinta y tres

Vi lágrimas caer de sus ojos, y eso se sintió como una puñalada en el pecho. No iba a quedarme ahí viendo cómo me encantaba, me alejé de él. Podía oírlo sollozar mientras caminaba por el sendero que llevaba a nuestra casa. Esperaba que discutiera conmigo o intentara convencerme, pero no dijo una pal...

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