Capítulo sesenta y dos

El nudo que usó para atarme a la cama era realmente fuerte. Le tomó media hora aflojarme tanto las manos como las piernas.

Cuando le sugerí que lo cortara con tijeras, frunció el ceño. Y luego, replicó.

—Si lo corto con cuchillo o tijeras, ¿qué quieres que use para atarte la próxima vez?

Estaba d...

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