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Capitulo 38
Salí de esa oficina con el corazón latiéndome en la garganta. Corría sin saber a dónde ir, por poco el imbécil abusa de mi.
Me temblaban las piernas, me dolían los brazos, y por dentro, me ardía el alma. No podía creer que lo hubiera intentado en pleno día, en su maldita oficina, sin p...
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