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Di un paso hacia atrás, luego otro. Luego me giré y corrí hacia la puerta, buscando a ciegas el picaporte mientras las lágrimas comenzaban a caer.

—¿Sapphire?

Lo que fuera que él iba a decir cayó en oídos sordos mientras huía de la oficina. No me importaba quién me viera correr. Tomé las escaleras...

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