Capítulo treinta y cinco

Cuando lo volví a ver, estaba bebiendo un batido como si fuera lo más delicioso del mundo. Y cuando me miró, su cara regordeta asumió una expresión aburrida. Al ponerse de pie, me dijo que lo siguiera a su cocina, y lo hice.

—¿Qué te pasó?

—Yo...

—Y antes de que digas algo, te vi cuando saltaste ...

Inicia sesión y continúa leyendo