Libro 2 Parte 34

Christian entró en la sala de estar frotándose los ojos y se dejó caer sobre mi regazo.

—Mis ojos todavía están dormidos— murmuró y se acurrucó en una bola. Mis brazos lo rodearon instintivamente y sonrió somnoliento.

—Es hora de que te vistas y desayunes, pequeño—. Christian no se movió, pero sent...

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