Como un extraño

Él, continuó vociferando insultos hacia mí, batuqueando cualquier cosa que se le atravesara en el camino, como todo lo que tenía puesto en las mesitas de noche y la peinadora luego dio la media vuelta y salió de nuestra recámara, dando un portazo, mientras que yo me quedé arrinconada, abrazándom...

Inicia sesión y continúa leyendo