Capítulo 140

—Pero yo…

—¡Vete al diablo! —gritó él, rompiendo el calor sofocante con una ráfaga de viento tan fuerte como sus emociones. Me encogí en defensa.

—No me grites, y no maldigas —supliqué.

—¿No te grite?! ¡Maldita sea, Emília! ¿Qué demonios te pasa? —continuó—. Yo. Mato. Gente. ¿Es tan difícil para ...

Inicia sesión y continúa leyendo