Capítulo 167

Alimenté a Shakespeare, mi cobaya, antes de tomar una ducha.

Las incertidumbres danzaban en mi mente, aún tambaleándose por el giro que había tomado mi vida. Era difícil creer que estaba durmiendo bajo el mismo techo que el hombre al que una vez amé y que también resultó ser el asesino de mis padre...

Inicia sesión y continúa leyendo