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Es casi medianoche. Estoy sentada contra el cabecero de mi cama. Abrazo mis rodillas, incapaz de detener las lágrimas que caen.

Me duele tanto el pecho, como si alguien lo hubiera apuñalado mil veces. Descubrir lo de Aiden y Olivia me hace sentir que quiero morir.

Qué estúpida soy. Qué tonta.

Sab...

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