Crees que soy linda

—Mátame de ternura, ¿por qué no?— refunfuñó en su cabeza.

—Irene, dijiste que no me querías aquí— le recordó.

—No quería que atrapases mis gérmenes. Ahora que te has expuesto, eres juego limpio.

—Bueno, aquí. Al menos siéntate— Lo giró hasta que intercambiaron lugares y le empujó los hombros, ins...

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