Se acabó para siempre

—¿Estás por irte? —preguntó ella y él asintió.

—Finalmente terminé.

—Eso diré...

Él sonrió.

—¿Todavía vienes a casa?

—¿Todavía quieres que vaya?

Él la besó en la frente, luego le tomó la mano para sacarla del salón.

—Claro que sí, Irene.

Eran las seis cuarenta y cinco de la mañana, ...

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