Capítulo 37 ¡Quiero que me ames!

Federico empezó a respirar rápido, su pecho subía y bajaba, haciendo parecer que su espalda era más grande de lo que era. Sus ojos se oscurecieron, y ese azul calmo se transformó en una tormenta a punto de desatarse.

"Es por él, estoy seguro", pensó furioso. Soportaría cualquier cosa de ella, menos...

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