Capítulo 59

El aire en la habitación estaba cargado con una tensión eléctrica, un hambre palpable que ni Shea ni Aquiles podían negar. Su beso había encendido un fuego dentro de ellos, una necesidad ardiente que exigía satisfacción.

Las manos de Shea se movieron por su cuenta, tirando del dobladillo de la cami...

Inicia sesión y continúa leyendo