Capítulo treinta y siete

Boston

—¿Qué demonios pasó? —grita Lincoln con voz de pánico, justo cuando llego a su lado. Después de caer de rodillas junto a su cuerpo inmóvil, extiendo la mano, rezando a cualquiera que esté escuchando para poder encontrar un pulso.

¡Mierda! gruño para mí mismo cuando encuentro uno, pero es...

Inicia sesión y continúa leyendo