Capítulo treinta

Raleigh

Serenity y yo nos abrimos paso entre la multitud, chocando con cuerpos que se mueven al ritmo de la música que retumba en los altavoces del salón de Brady.

Miro al alrededor, incómodo, notando que la fiesta ya está en pleno apogeo, probablemente habiendo comenzado mucho antes de que sonar...

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