Libro 2, capítulo 20: Eres mía, parte I

Madison

—Entonces, tómame, Damien. Hazme tuya.

Esas siete pequeñas palabras serían mi perdición. Sus ojos se oscurecieron con lujuria y apretó mi cintura con más fuerza, acercando nuestros cuerpos aún más de lo que ya estaban. Su erección dura como una roca se movía bajo mí, frotando suavemente...

Inicia sesión y continúa leyendo