Libro 2, capítulo 24: Enviar

Madison

—¡Ugh, mi cabeza! —gemí. Enterré mi cabeza en la almohada, buscando consuelo en la fresca sábana de seda de la cama de Damien. Pero la almohada no era suave. Era áspera y rígida. La nube de pelusa no amortiguaba mi cabeza como estaba acostumbrada. Abrí los ojos lentamente, y se abrieron...

Inicia sesión y continúa leyendo