Tango

Al alejarse, ella inclinó la cabeza hacia un lado, la suave piel de su mejilla de alabastro rozando la de él, y dijo en un susurro entrecortado:

—Entonces, baila conmigo.

Sonriendo con una mueca torcida, Charlie asintió, diciendo:

—Está bien, señorita Meg.

Tomando su mano, la condujo hacia la im...

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