Para siempre

Meg miraba a Charlie a través de sus ojos llenos de lágrimas, su cuerpo temblando, cada respiración una lucha. —Lo siento mucho, Charlie— susurró. —Debería haberte hecho subir al bote. Debería haber rezado más. Comenzó a darse cuenta de que no había nada más que pudiera decir, nada que pudiera hacer...

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