Capítulo 32

Miré mi pene duro como si me disgustara. No debería estar excitado al pensar en ella, pero maldita sea, ¿cómo no estarlo?

La deseo. Lo sé como sé el color del cielo, pero no podía tenerla. Y excitarme al pensar en ella me parecía incorrecto. Así que me sentía disgustado conmigo mismo porque normal...

Inicia sesión y continúa leyendo