Capítulo 49 Ha llegado la guardiana

El amanecer llegó demasiado rápido.

Dayleen se incorporó con un sobresalto, la respiración entrecortada y la piel perlada de sudor. El eco de la risa de aquella diosa aún latía en sus oídos.

—Venuket… —susurró—. Maldita seas.

Su loba temblaba, y no era de miedo. Era por vergüenza. Por no haber po...

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