Capítulo ciento cinco: El regreso del compañero

Eira deambulaba por el borde oriental del bosque, donde la línea de árboles se inclinaba y el aroma del crepúsculo se aferraba espeso al musgo. No había planeado alejarse tanto, pero sus pensamientos eran fuertes—demasiado fuertes—y su cuerpo inquieto.

No lo había visto desde aquella noche.

La noc...

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