Capítulo ciento seis: Quema lo que fue

Kalen no habló. La dejó llorar hasta que sus sollozos se suavizaron en exhalaciones temblorosas y sus puños, antes cerrados en agonía contra su pecho, se relajaron.

Se apartó solo lo suficiente para mirarla, sosteniendo su mandíbula con una suavidad que no coincidía con el ardor aún latente en sus ...

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