Capítulo ciento trece: El interrogatorio de la mazmorra

El calabozo apestaba a moho y hierro. Las antorchas parpadeaban a lo largo de las húmedas paredes de piedra, proyectando largas sombras que danzaban como espectros por el suelo. Al final del estrecho pasillo, detrás de pesadas rejas de hierro, Eira estaba sentada en el frío suelo, su vestido sucio y...

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