Capítulo dieciséis — Capturado

El aliento de Eira desgarraba sus pulmones, crudo e irregular, cada zancada impulsada no por dirección, sino por desesperación. Sus pies descalzos apenas rozaban el suelo del bosque, las piernas ardiendo por el esfuerzo y la vergüenza. Las ramas se aferraban a su túnica, a su piel, al salvaje enredo...

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