Capítulo treinta y uno: El pasillo

El salón estaba en silencio salvo por la música—notas bajas y melancólicas tocadas por un cuarteto de cuerdas oculto en las sombras de la gran cámara. El aroma del incienso se enroscaba en el aire, mezclándose con el perfume de las flores prensadas esparcidas por el pasillo.

Eira estaba al borde de...

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