Capítulo sesenta y tres: El ritual de la fertilidad

El sol se hundía bajo el horizonte, tiñendo los jardines de un rubor ámbar y sombras. Las linternas comenzaron a parpadear, colgadas a lo largo de enrejados cubiertos de enredaderas, bañando todo con un tono dorado y sensual. El aire cambió. La música se ralentizó. Las risas se apagaron. Y la energí...

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