Capítulo sesenta y cinco — Confesión

Caius gimió de nuevo, más fuerte esta vez, el sonido rasposo y gutural mientras la boca de Eira lo trabajaba con un hambre descarada. Sus labios se estiraban ampliamente alrededor de su miembro, su garganta tragándolo más profundo con cada movimiento de su cabeza. Ella gemía bajo, la vibración envia...

Inicia sesión y continúa leyendo