42. Gracias a Dios

Escuchar a Lia recibir el nudo de Jesse era una cosa, pero tenerla retorciéndose en mi regazo mientras él la follaba sin piedad era otra cosa completamente distinta. Sofocaba un gemido, mi erección palpitando a este punto. Mi hombría estaba tan dura que era casi doloroso.

Los minutos pasaron despué...

Inicia sesión y continúa leyendo