58. El amigo del hermano

Lia

Mi teléfono vibró sobre la mesa, el número era desconocido. Por un momento, dudé. No lo reconocía, pero algo me decía que debía contestar.

—¿Hola? —dije, tratando de sonar más segura de lo que me sentía.

—¿Lia? —La voz al otro lado era aguda y firme, con un tono de autoridad que me hizo senta...

Inicia sesión y continúa leyendo