108.- El hilo no se rompe.

Lucius no tomó el control. No lo necesitaba. La siguió. La acompañó. Como si su entrega fuera una ofrenda, no un reclamo.

Y allí, entre la bruma del amanecer, los cuerpos se buscaron sin violencia, sin prisa, sin máscaras. El vínculo se completó no solo con palabras ni promesas, sino con piel, con a...

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