144.- Los ecos de lo prohibido.

Después del tema tan importante, la conversación se volvió más cordial.

—Bueno, ya es algo tarde. Debo ir a comer con mi esposa, los dejo. Mañana hablamos; tienes asuntos que ver y resolver, Lucius. Y es un gusto verte, Luna —dijo Aldric, con un gesto respetuoso.

—Así será, Aldric —respondió Luciu...

Inicia sesión y continúa leyendo