Obviamente roto

Durante todo el trayecto de vuelta a la casa, las manos de Kairn no dejaron de acariciarme, deslizándose debajo de mi camisa para tocar más piel. Mientras tanto, murmuraba cosas deliciosas y obscenas en mi oído sobre lo que quería hacerme.

Para cuando llegamos al camino de entrada, yo era un desast...

Inicia sesión y continúa leyendo