Aversión a la desnudez

Me quedé allí, mirando a Skye, esperando a que se fuera.

—¿Qué? —preguntó.

—¿Vas a salir para que pueda entrar? —le exigí.

—No —respondió simplemente, sonriendo cuando lo fulminé con la mirada—. Tienes un yeso, princesa. Necesito cortarte esos pantalones. Miré los pantalones de cuero de entrenami...

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