Cautivo

Mis muñecas ardían y mi cabeza palpitaba mientras finalmente volvía en mí, gimiendo de dolor. El aire a mi alrededor era gélido, el suelo de cemento duro e implacable.

—Así que la pequeña heroína despierta… —una voz sonó desde las sombras, sobresaltándome.

Mi cabeza daba vueltas mientras intentaba...

Inicia sesión y continúa leyendo