Más que una coincidencia

—Cachorro.

Mis ojos se abrieron de golpe, mirando fijamente el techo oscuro. Ese mismo sonido inquietante de respiración entrecortada llenaba la habitación. Los pelos de mi piel se erizaron y no me atreví a moverme.

—Mi dulce niña...

—¿Papá? —finalmente hablé en un susurro ronco, soltando un alie...

Inicia sesión y continúa leyendo