Capítulo 30

—Eres solo mía —dijo posesivamente mientras me miraba con sus ojos negros como la noche. Su lobo había tomado el control. Mi respiración se entrecortó y mi corazón comenzó a latir rápido por el miedo. Se apartó de mí y tomó mi mano con un agarre firme. Hice una mueca de dolor al caminar. Miró mi pie...

Inicia sesión y continúa leyendo