Capítulo 38 La forma del fuego

El amanecer llegó cubierto por un resplandor anómalo.

El cielo, teñido de oro y cobre, parecía respirar.

Arion lo observaba desde la orilla del río, donde el agua ya no era agua sino espejo.

Cada reflejo que lo miraba tenía un rostro distinto: el de su madre, el suyo, y el de Serah, esa mujer que...

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