Capítulo 39 El eco del origen

No hubo dolor al cruzar.

Solo un silencio tan absoluto que parecía anterior al tiempo.

El agua se convirtió en aire, y el aire en una materia luminosa que lo sostenía sin peso.

Arion abrió los ojos.

Frente a él se extendía un horizonte sin forma, una llanura líquida donde los colores respiraban.

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