Capítulo veintisiete.

Una vieja ambición, nuevos rencores.

Farrah, con su sonrisa estudiada y su mirada felina, no había renunciado a su objetivo primordial: ser la señora de Bustamante. En su mente, Leticia era una intrusa, una mera empleada que había osado ocupar su lugar y, por ende, debía ser removida del camino...

Inicia sesión y continúa leyendo