Capítulo sesenta y cuatro.

¡Hogar...!

La mudanza a la nueva casa fue un torbellino de cajas, risas y la suave, pero constante, brisa que se colaba por los ventanales. El aire estaba lleno de un olor a madera nueva, a rosas y a promesas. Dottie, con sus ojos redondos y brillantes, corría por los pasillos, maravillada ...

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