Capítulo setenta y ocho.

El alta

El sol de la mañana filtraba una luz tímida a través de las persianas, bañando la habitación en un resplandor dorado que no lograba disipar la tensión acumulada. Leticia yacía en la cama, con un apósito discreto en la sien y una sensación de fragilidad que detestaba.

Daniel estaba sen...

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