Capítulo treinta y cuatro

Mads me besa, llenando mi piel y mi boca con sus caricias. Su mano se mueve, deslizándose por mi cuerpo hasta que ya no la siento, siento la cabeza de su pene deslizándose contra mi vulva de nuevo, acariciándome, mojándose con mi humedad.

Ambos suspiramos, su cuerpo pesado contra el mío. Gimo, movi...

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