Capitulo 40: el asedio del refugio

El sueño apenas me había rozado cuando un escalofrío recorrió mi espalda. Abrí los ojos de golpe. El aire en la caverna había cambiado: más denso, cargado de electricidad oscura. El fuego se apagaba sin razón alguna, como si una fuerza invisible lo estrangulara.

Adrian ya estaba de pie, en guardi...

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