Capítulo 41: cicatrices de fuego y sombra

El silencio que siguió a la batalla fue peor que el estruendo de los rugidos. Solo quedaba el crepitar débil de algunas brasas y el sonido irregular de mi respiración. La caverna, antes refugio, ahora parecía un cementerio de polvo y sangre.

Adrian me sostuvo con fuerza contra su pecho. Podía sen...

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