Capítulo 42: el asalto de medianoche

El viento silbaba entre las grietas de la torre, arrastrando consigo un olor que me erizó la piel: hierro, ceniza y odio. Los aullidos se acercaban, cada vez más fuertes, cada vez más numerosos. Adrian ya estaba transformado, un lobo imponente de pelaje oscuro que brillaba a la luz de la luna. Yo...

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