Capítulo 43: sombras en la sangre

El amanecer apenas despuntaba, pero la torre seguía oliendo a cenizas y muerte. El cuerpo del Guardián Carmesí se había desvanecido en polvo, aunque su rugido aún retumbaba en mis oídos. Adrian me sostuvo con fuerza, como si temiera que me desvaneciera con la brisa.

—Debemos movernos ya —gruñó, l...

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